La historia que narra El amante bilingüe puede resultar algo forzada, pero hay que
reconocer que partiendo de un argumento ocurrente el autor consigue un relato
que funciona. El protagonista, Juan Marés, encuentra a su mujer con otro en la
cama y para más inri, tras el hiriente descubrimiento, lo abandona sin dar opción
a nada. Este hecho marca irremediablemente a un Marés que no puede recuperarse
y que con los años se convierte en un músico callejero que mendiga unas
monedas. Además tiene el rostro desfigurado por culpa de un cóctel Molotov que en
una manifestación fue a parar demasiado cerca. Un hombre perdido e
irreconocible, todavía enamorado, que amparado en la invisibilidad del
vagabundo observa en la distancia a la que fue su mujer años atrás. Esta es una
burguesa catalana que en el presente trabaja en una oficina de integración de
la lengua catalana y cuyo recuerdo de su marido es bufonesco y lejano. Pero Marés
conoce la atracción que ella siente por un tipo concreto de hombre: charnegos
embrutecidos como el que encontró en la cama con ella. De manera inconsciente
surge un plan para recuperarla que consiste en convertirse en Juan Faneca, un
murciano que aglutina todos aquellos rasgos que está convencido atraerán a su
mujer. Poco a poco su personalidad se desdobla y Juan Faneca avanza con su
parche en el ojo, su lentilla verde y su peluquín. Un personaje disfrazado casi
circense que, sin embargo, puede permitirle lograr lo que anhela.
La novela de Marsé se cimienta sobre la dualidad Marés/Faneca
que sufre el protagonista. Un desdoblamiento de la personalidad que difumina al
individuo original para transformarlo en un personaje esperpéntico cuyo
objetivo es recuperar a una mujer que hizo su vida añicos. Él usará el engaño
porque sabe que es la única manera de acercarse a ella. La convivencia de estos
dos personajes principales que luchan en un único cuerpo marca la novela y el
foco de atracción de la historia. El propio título ya indica ese desdoblamiento
que se manifiesta sobre todo en el lenguaje. Faneca es un charnego chulesco,
ceceante, que no conoce el catalán y cuyas expresiones sitúan su origen en una
parte más meridional del país. Desde el primer momento el autor maneja este
recurso de contraposición de lenguaje que tiene una reverberación mayor. En
definitiva, un individuo con una bipolaridad galopante de consecuencias
imprevisibles.
En cuanto a la forma y la estructura de la historia
poco se puede decir. Juan Marsé maneja la técnica perfectamente y, sin llamar
la atención del lector, introduce recursos como algún cambio de narrador o
digresiones temporales que funcionan a la perfección sin restar importancia al
hilo narrativo. Su prosa se encuentra al servicio del relato y no chirría en
ningún momento. La obra es breve y se lee con facilidad. Quizá el único inconveniente que ya he comentado se
refiere a lo extremo de la historia. Parece sencillo que nadie reconozca al
antiguo marido cornudo que se disfraza con un parche, la ceja pintada, un
peluquín y esa piel como de seda debido a las quemaduras. Pero que este
personaje de feria pueda captar la atención de la antigua esposa se antoja más
difícil. Sin embargo, Marsé consigue que estas dudas se disipen, la narración
funcione y uno pueda compadecerse de tanta enajenación. Una obra interesante de
un autor que muchos consideran imprescindible en la literatura castellana
contemporánea.
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